martes, 23 de noviembre de 2010

Los terminos del debate educativo



Se puede decir que existe un consenso nacional, incluso mundial, de que hoy es necesario mejorar la calidad educativa de nuestro país. Tan es así que la calidad de la educación es considerado, hoy, un indicador de desarrollo que se ha introducido de manera prioritaria en los esquemas de desarrollo económico por diversos organismos económicos internacionales y es asumido –a su vez- por las naciones que los integran.

En otras palabras: actualmente el desarrollo económico de México se mide también de manera central por la calidad de la educación. Y ahí se ha confirmado que tenemos un déficit histórico muy importante.

El consenso sobre la necesidad de mejorar la calidad de la educación inspiró, por lo menos en este sexenio y quizás desde años antes, la firma de la Alianza por la Calidad de la Educación, aunado a otros esfuerzos a niveles estatales para impulsar esa iniciativa. Prácticamente, sin embargo, hasta ahí se agota el consenso. No hay unanimidad ni acuerdo sobre el camino que se tiene que seguir para alcanzar la anhelada calidad educativa.

CALIDAD EDUCATIVA VS FINANCIAMIENTO PÚBLICO
Tan no hay recursos públicos suficientes, que en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2011 el gobierno federal aplicó importantes reducciones en el gasto educativo y, prácticamente, pospuso un año más la posibilidad de que iniciemos como país –con 20 años de atraso- la inversión en infraestructura (por citar un ejemplo) para educar en inglés a las nuevas generaciones, a pesar de que la educación en inglés es un componente de la definición de calidad educativa y forma parte también de los puntos de coincidencias de todos los sectores del país. Los consensos no llegaron –por lo menos para el siguiente el ciclo fiscal- al Ejecutivo Federal ni al Congreso de la Unión, como para aprobar mayores recursos para la educación básica en inglés y otros programas de formación y capacitación de los maestros.

También existe acuerdo en la necesidad de que la transformación de la calidad educativa pase –o se inicie- en la modificación de las condiciones profesionales, pedagógicas y técnicas de las maestras y maestros. La razón es muy sencilla. El proceso educativo depende en un altísimo grado del papel de los docentes.

EL CAPITAL SOCIAL
Cuando se hace una radiografía de los resultados de las evaluaciones, como PISA por ejemplo, se omiten muchas otras variables que son importantes, o tienen enorme peso, pero que no se han integrado al debate público. Son factores que inciden para lograr –o no- los objetivos educativos. Tienen que ver con un término ya de uso corriente en la academia, como es el capital social, es decir, las condiciones estructurales, sociales, económicas, de seguridad pública, salud, del orden familiar y culturales, en que los alumnos cursan la educación en un país como es México.

Estos elementos inciden, tanto o más, en los resultados de PISA y, por lo tanto, en la calidad educativa. Las horas que los alumnos pasan frente al televisor inciden también en los resultados de PISA. Aunado a elllo, las condiciones familiares --que en este país se han deteriorado en forma alarmante en los últimos 20 ó 30 años con permanentes crisis económicas, familias de un sólo padre o madre trabajadora-- gravitan directamente en las condiciones de calidad educativa de las escuelas públicas, urbanas, marginales o rurales.

Todos estos elementos vinculados al capital social han sido, convenientemente, dejado a un lado en el debate público que hoy tiene lugar en el país. Y sólo centran sus críticas en las condiciones de los docentes frente a sus alumnos en las escuelas públicas del país. Un diagnóstico amplio, crítico y sin mezquindades sobre la calidad educativa de este país, tiene que incluir un análisis del capital social, así como una evaluación de la planeación administrativa de los gobiernos federal y estatales, que hoy en día gravitan como factores clave -y a la vez explican- la baja calidad del sistema educativo. No se les puede exigir a los maestros, desde la perspectiva del Estado mexicano, para aquello para lo cual no fueron formados. Se les capacitó para otra realidad: sin problemas de salud pública como el de la obesidad infantil, sin los graves problemas de inseguridad. A los maestros se les formó para educar a un México distinto, diferente al de hoy que se ha deteriorado en ese ámbito, del capital social, en las últimas tres décadas.

Más aún, hoy se le exige a los maestros que con sus propios recursos, de manera individual, separándose de la organización social que los defiende laboral y socialmente; se autoformen, se esfuercen –como si fuera una cuestión de voluntad, de energía individual, o un compromiso místico con la profesión-, sin tomar en cuenta las condiciones estructurales en que se encuentran las escuelas normales, y en lo general, las instituciones formadoras de maestros.

El problema educativo es de políticas públicas, de coordinación entre los tres niveles de gobierno, de inversión en infraestructura educativa y en programas de capacitación. Es, de hecho, un problema general --estructural e histórico-- de política de Estado que involucra a muchos actores. El magisterio, por su parte, está a favor de la modernización administrativa, de un sistema mucho más eficiente y más atento a las demandas del siglo XXI. También lo está para avanzar hacia un sistema que reconozca el mérito, el desempeño y el resultado de los maestros, pero dentro de un contexto integral y de respeto a las relaciones laborales.


ALREDEDOR DEL PAIS
Presupuesto 2011 para las Instituciones de Educación Superior.- El próximo año no se verán en México avances en calidad, cobertura e infraestructura de la educación superior, pues los recursos adicionales que el Congreso aprobó al sector serán insuficientes. Como bien argumentó Rafael López Castañares, secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), habrá serios impactos en varios rubros, entre ellos: Fondo para Ampliar y Diversificar la Oferta Educativa en Educación Superior, al Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep) y al destinado al Fortalecimiento Institucional (PIFI). Otra vez, la educación a la zaga, por encima de los fondos de rescates carreteros, por encima de los fondos –que nunca serán suficientes- destinados a seguridad pública para enfrentar al crimen organizado. Nuevamente la educación queda descobijada, no hay fondos adicionales. Los jóvenes, aspirantes a acceder a la educación media, seguirán sufriendo para ingresar a ese nivel educativo. ¿Hacia dónde nos replegamos? La mejor arma que en estos momentos tiene el país, es la inversión en educación.

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