lunes, 15 de noviembre de 2010

Exigir transparencia, garantía de opacidad

Cada vez que en el gobierno se habla de presupuesto es obligada la promesa de que, ahora sí, habrá "transparencia" en el manejo del dinero autorizado.
Es como la promesa del bebedor después de la ultima borrachera: "ya no vuelvo a tomar",
Gobiernos van y vienen, de distintos partidos; en el ámbito federal, estatal y municipal y la promesa siempre se repite como si fuera un disco rayado.

En el Congreso de la Unión los representantes de las distintas fracciones partidistas (representan más a las siglas de sus respectivos partidos que a los ciudadanos) aseguran que "ahora sí" habrá candados para que los recursos del presupuesto 2011 sean transparentados fiel y totalmente.

Ahora sí, se repite una y otra vez, como estribillo de campaña política. Total, de lo que se trata es salir del embrollo de tener que autorizar el presupuesto de gasto e inversión para el año que entra.

Evidentemente lo que preocupa a los legisladores no es tanto el destino de los fondos, sino el uso político que podrá dárseles, con la mira puesta en las elecciones presidenciales del 2012 y cuyo banderazo de salida hace ya tiempo que se dio.
No avanzamos, comenta un politólogo escéptico que ve en las promesas "transparenciales" precisamente lo contrario, mayor opacidad respecto al destino verdadero y final de esos recursos.

Estas conductas son, por otra parte, reveladoras del atraso político que vive la nación mexicana.
Al exigir "transparencia" los legisladores aceptan, de forma implícita, que el uso de los recursos públicos sigue siendo engañoso, turbio y no verificable.
Esta situación genera desconfianza y detona una respuesta ciudadana negativa: "Si no hay transparencia, no pago impuestos".

Y se cae en el juego del nunca acabar, de vivir en la sospecha, la duda y el incumplimiento de los deberes de ciudadanos y gobernantes.
Los legisladores, especialmente panistas y perredistas, afirman que en los gobiernos estatales los funcionarios se sirven con la cuchara grande.

Siendo el priísmo el partido que más gobiernos estatales administran, panistas y perredistas exigen "amarrarles las manos”.

Y esta realidad tiene a los niños muertos de pavor porque el país entero está en la acomodaticia opacidad, en tanto los legisladores se desgañitan para obligar a los gobernadores a que suelte los recursos de que disponen creyendo, de esa forma, que los controlarán con rudeza.
El gobierno federal cuenta con las instituciones capaces de controlar los montos presupuestales. Es cosa de que se decida a hacerlo y se comprometa a ofrecer menos y hacer más.

De lo contrario corre el riesgo, sobre todo el gobierno federal, de que el pueblo exija más resultados y menos bla, bla, bla.

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