jueves, 4 de noviembre de 2010

Los Muertos de Calderón

En el calendario ritual de nuestro país, desde épocas remotas hasta la actualidad, hoy se rememora a nuestros muertos. Bajo este suceso, permítanme las siguientes consideraciones.

A lo largo de los cuatro años de la guerra calderonista contra el narcotráfico se han contabilizado, al menos 30 mil muertos; el gobierno federal reconoce más de 28 mil.

Por si la cifra no dice mucho, hay que pensar en que se está hablando de 23 muertes por día, es decir, prácticamente cada hora muere en México una persona en forma violenta.

Los miles de muertos que ha dejado ésta guerra contra el narcotráfico superan el número de bajas de algunos conflictos bélicos de la historia mexicana: la Independencia, con 23 mil fallecidos, y la guerra contra Estados Unidos, con la misma cantidad.

Es importante señalar que la violencia como destino nacional no es una opción que podamos aceptar, porque de hacerlo, estaríamos renunciando a la posibilidad de una sociedad de convivencia.

La sangre que se ha derramado en el país en la cruenta y desordenada lucha contra el narcotráfico tiene responsables políticos y morales.

Se le ha recriminado al licenciado FELIPE CALDERON, con absoluta razón, la carnicería que ha desatado a lo largo y ancho del país.

No es aceptable, bajo ninguna premisa, que los jóvenes asesinados, que las familias muertas a tiros en supuestas confusiones a manos de las fuerzas del orden, o las decenas de niñas y niños que han fallecido en los “fuegos
cruzados” puedan ser asumidos como simples “daños colaterales”.

Pero como si lo anterior no fuera bastante, también hay otros miles de muertos que ha dejado el gobierno de
CALDERON, y que merecen el mismo nivel de indignación y reclamo social que las muertes provocadas por el narcotráfico; ellos son, los generados debido a su indolencia ante la pobreza y el hambre, y sobre todo, como producto de la probada incapacidad de quienes han ocupado la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social a lo largo del sexenio.

En estos cuatro años en los que el país ha debido padecer la pésima administración de FELIPE CALDERON, han muerto en promedio 8,335 personas, anualmente, a causa de la desnutrición. Sólo en el año 2008, la cifra fue de 8,318 decesos por ese motivo.

Para continuar dimensionando la magnitud de la tragedia, habría que pensar que de los más de 8 mil fallecimientos por hambre registrados en el 2008, 458 se registraron en menores de un año de edad; 234 tenían entre 1 y 4 años de edad; 65 tenían entre 5 y 9 años; 47 entre 10 y 14 años; y 65 fallecidos entre 15 y 19 años.

En suma, en 2008 hubo 865 fallecimientos de niñas, niños y adolescentes debido a deficiencias calórico-proteicas o anemia, es decir, un promedio de 2.5 muertes de menores de edad porque en sus hogares no hay un bocado que llevarse a la boca.

Con la información oficial disponible, puede sostenerse que en lo que va del mandato de CALDERON han ocurrido más de 30 mil decesos a causa del hambre –número equivalente al registrado en la guerra contra el narcotráfico- con la
posibilidad de que debido a los efectos de la crisis, en 2009 hayamos tenido un incremento en la cifra.

Es de considerarse que estas muertes tienen también un responsable moral y ese es el jefe del Estado mexicano, porque no podemos admitir que se construyan puentes,
presas, carreteras y otras obras de “relumbrón”, mientras haya personas que mueren porque no tienen que comer.

No podemos seguir siendo un país de pobres y vulnerables, y menos todavía, uno en el que se permite que haya grupos de poder político y económico que pretenden lucrar con el hambre y la enfermedad.

JAQUES DIUOF, director general de la FAO, ha sostenido en distintos foros que la muerte por hambre es el mayor asesinato en masa, silencioso.

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