El electorado estadounidense castigó al presidente Barack Obama, aunque el mandatario pudo amortiguar el desastre que se venía al conservar el liderazgo del Partido Demócrata en la Cámara de Senadores.
El fuerte revés sobrevino, como lo pronosticaron todas las encuestas, al perder el partido del jefe de la Casa Blanca el control de la Cámara de Representantes y la mayoría de las gubernaturas en disputa.
Los ciudadanos mostraron así su descontento por las promesas de campaña incumplidas del primer presidente afroestadounidense; sin embargo, no otorgaron un “carro completo” a los conservadores.
Ahora están en igual de circunstancias los homólogos vecinos. Felipe Calderón Hinojosa, de México y Barack Obama, de Estados Unidos, perdieron las muy difíciles elecciones de mitad de mandato. Ambos cometieron el mismo pecado, aunque con diferentes matices.
Calderón, después de rendir protesta casi en la puerta de atrás del Palacio Legislativo, después de unas elecciones que aún se discuten sobre su legalidad, no ha cumplido con ninguno de sus compromisos, ni siquiera los tres más importantes: bienestar, empleo y desarrollo, además de que se metió, o mejor dicho, nos metió en una “guerra” unilateral contra el crimen organizado, que lo único que ha logrado es ensangrentar a la nación.
Obama, representa la decepción más grande en un país dominado desde siempre por el conservadurismo. Barack logró conjuntar tal cúmulo de votos, que hizo abrigar en forma interna y mundialmente un cambio de estructuras en la poderosa potencia. No quiso, no pudo o no lo dejaron, pero ninguno de los cambios prometidos llevó al cabo; hoy el electorado le cobró la ofensa.
Es de advertirse que en estas elecciones de medio término, Estados Unidos se dejó arrastrar hacia la derecha por una campaña de cochinero, en la que se gastaron millones de dólares para impulsar el movimiento ultraconservador del “Tea Party Patriot”, el cual ante el triunfo obtenido de inmediato declaró su intención de frenar la agenda del cambio del presidente Barack Obama.
El “Tea Party Patriot” –“fiesta”, pero también “partido del té”- alude, por supuesto, al Tea Party de Boston de 1773, cuando los colonos arrojaron cajas de té en el puerto de Boston para protestar contra el impuesto establecido por los británicos. Ahora los activistas del Tea Party protestan contra los altos impuestos y los gastos del gobierno en los Estados Unidos del siglo XXI. Agrupa a dos mil 800 organizaciones locales en todo Estados Unidos, asegura su cofundador, Mark Meckler.
Aunque también los republicanos conquistaron más gubernaturas, ahora tendrán los demócratas, según el balance 26 de 24 en disputa, que considerar que donde sí ganó Obama fue en la consulta a la legalización de la marihuana. Los votantes de California dijeron no a la Propuesta 19, que pretendía la liberación de la hierba. Bonito se iba a ver el gobierno estadounidense exigiendo a todos los países del mundo, como México, que ya ha pagado con más de 30 mil vidas, una guerra sin cuartel contra el narcotráfico y su consanguíneo, el crimen organizado, y Estados Unidos legalizando la droga.
En fin, la era Obama, sino llegó a su término, como afirman no pocos analistas, poco le falta. Barack tendrá que apurarse mucho para cumplir con el electorado que hoy le dio el primer y duro revés, situación que se vislumbra muy difícil, puesto que si cuando tenía todo el apoyo de un pueblo que contagió con su optimismo no cumplió, hoy con la poderosa Cámara de Representantes y los halcones de la ultraderecha en la trinchera del triunfo, simplemente se considera imposible. Los vaivenes de la política podrían decir lo contrario. El tiempo sería el único aliento de Obama.
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