domingo, 31 de octubre de 2010

Menos Hospitales y Escuelas, más Cárceles y Cementerios

La distribución del dinero, hasta donde la experiencia lo prueba, es una facultad más femenina que masculina. No puede generalizarse, pero las amas de casa son diestras y, con más frecuencia de la deseable, los hombres son menos aptos aunque en muchas familias se crean depositarios de mando y gobierno.

Una madre no duda: alimentación, salud y educación, distribuido con justicia y equilibrio y siempre hasta donde alcance. Es de sobra conocido que, inclusive, en la entrega de dinero de los programas sociales gubernamentales se da preferencia a las mujeres por sobre los varones. Así hay mayor seguridad de que no terminen en la cantina o disminuidos por cualquier veleidad masculina.

Habrá quienes argumenten que las mujeres gastan también en fruslerías y tendrán razón.
Todo esto viene a cuento, ante la saturación que sufren prácticamente todas las cárceles del país, trátese de municipales, estatales o federales.

Ningún planificador gubernamental previó que si, en serio, hubiera una cruzada contra la delincuencia y no nada más contra el narcotráfico y el crimen organizado, lo primero que iba a faltar es adonde llevar a tanto delincuente.

El sistema penitenciario es, como en muchos otros rubros nacionales, un desastre en el que no hay responsables.

Es más que frecuente enterarse de motines, asesinatos, asonadas y revueltas, dentro de los centros de reclusión y condena.

La responsabilidad de los legisladores al momento de asignar recursos es por, si mismo, de lo mas complicado, porque más allá del sentido común sus decisiones se basan en criterios y beneficios partidistas, cuyo horizonte más ambicioso son, siempre, las siguientes elecciones.
En sus discusiones se pierden en los grandes números y terminan por autorizar verdaderos bodrios, con lo que no resuelven sino permiten que el deterioro de la infraestructura nacional, con énfasis en salud y educación, sea irremediable y creciente.

Mientras el gobierno siga pensando que el problema numero uno de México es la seguridad, salud y educación seguirán rezagados y no hay país que no sepa que lo primero son esos dos rubros si, en serio, se pretenden resolver los desafíos.

El problema del sistema penitenciario es viejo y se ha complicado mucho más de un tiempo a la fecha. Insalubridad, Promiscuidad, delincuencia y corrupción en las cárceles ha ido en aumento.

La discusión es siempre la misma: que fue primero ¿el huevo o la gallina? Con las prioridades como están, en efecto, cada vez harán más falta cárceles y cementerios, pero ya seria buen momento de recapacitar y repensar.

Los grandes planificadores podrían destaparse las entendederas y tratar de ver y oír a las amas de casa, para que dejen de hacerse tantas bolas, dilapidar los recursos y ponerse en sintonía con la realidad, es mucho más simple que las grandes ecuaciones macroeconómicas que los hace sentirse muy orondos.

La regla básica de primero lo primero les puede iluminar la inteligencia y entender que con salud y educación es viable, posible, salir del marasmo y el pantano en el que estamos atorados.

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