jueves, 21 de octubre de 2010

¿Hacia dónde va el sistema educativo?

Hoy en día nos encontramos en un proceso --en una zona crítica, más aún-- en donde hay y debe de haber un reconocimiento de que se tiene que mejorar el sistema educativo nacional. Se tiene que avanzar con prontitud sin duda alguna, pero en el tránsito hacia esa ruta, ésta no puede sustentarse en referentes ideales, o ni siquiera de manera súbita a semejanza de los parámetros que dictan los organismos internacionales en materia educativa.

El asunto es que hoy en día tenemos instrumentos de medición y esquemas de comparación con los sistemas educativos internacionales que nos han colocado en una situación compleja, indescifrable, si se quiere. Contamos, no obstante, con un sistema educativo que en general -por lo menos durante el Siglo XX y aún en esta primera década-- ha logrado satisfacer la demanda educativa, del mercado, de la sociedad, de la cultura mexicana y de amplios sectores de la población, que continúan considerando a la educación como una prioridad.

No obstante, sigue siendo una demanda de una comunidad en la selva o sierra y aún en las zonas urbanas el contar con una escuela. Porque se reconoce que actualmente la educación -en los términos de deterioro en que se encuentra- sigue siendo un elemento fundamental del desarrollo armónico de las personas y de las comunidades. Y aunado a ello, tenemos que avanzar porque nos encontramos en un proceso continuo de globalización. No se puede estar satisfecho con el sistema educativo que tenemos, ciertamente, por lo que mejorarlo implica un enorme esfuerzo y ello se traduce en que el Estado mexicano reconozca a la educación la prioridad número del país.

LAS ASIGNATURAS PENDIENTES DEL SISTEMA EDUCATIVO

¿Bajo tales circunstancias en dónde queda la educación? ¿En dónde radica la ruta para contar con una mejor calidad en la educación en el país para cumplir con las necesidades de que los estudiantes adquieran las habilidades en matemáticas, científicas y de lectura? La apuesta del Ejecutivo Federal al inicio de este sexenio fue a favor de una agenda donde la educación, colocándosele como una pieza estratégica, como una fórmula para crecer y crear las condiciones del desarrollo de su población.

¿Hay críticas sobre la vulnerabilidad del sistema educativo? Para contestar esta pregunta, hay conocer el sustento de dichas críticas. Nuestro sistema educativo es, ha sido y será importante en capital humano, independientemente de la introducción de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Desde Gutemberg hasta las TIC, el proceso educativo sigue siendo uno, en donde destaca un actor central: una maestra o un maestro.

La preguntas, en ese sentido, son ¿qué se tiene y qué debe modificarse?; ¿hacia dónde dar el viraje para cambiar, transformar nuestro sistema educativo en aras de una mejor calidad de la educación? y ¿cómo salir de los últimos lugares que ocupa el país como país miembro de la OCDE? O mejor aún, ¿cómo aspirar a un rango superior cuando a nivel nacional -desde la perspectiva de la sociedad en general- se estima que debemos alcanzar un rango diferente? El magisterio ha reconocido que es necesario una transformación del sistema educativo, pero éste debe da pasar por el reconocimiento del estado que guardan las condiciones de las maestras y los maestros en los que los centros educativos. El cómo se encuentra del otro lado: una planificación de las autoridades educativas. El sistema de educación en nuestro país en muy complejo, de tal manera las soluciones que se propongan deben tener carácter integral y no aislado, especialmente entre la Federación y las entidades federativas, sumados a los esfuerzos del sector social privado interesado en contribuir a favor de la educación.

En este contexto, la magnitud de nuestro sistema educativo va más allá: en la perspectiva de una población que rebasa los 110 millones de habitantes, conformada por más de 30 millones de alumnos con condiciones socioeconómicas tan dispares, por lo que se requiere es de una planificación, de la que el país ha carecido. Países que han asumido el compromiso de elevar su inversión para elevar la calidad educativa en los últimos diez años, han obtenido resultados significativos. Hoy, cuando se ha establecido que el país requiere en educación básica que forme alumnos que aprendan inglés, no se destinan los suficientes recursos para capacitar a los maestros que puedan enseñar esa lengua.

¿De quién es esta responsabilidad? Del Estado mexicano, sin duda, y de aquellos actores que en los últimos años no han colocado a la calidad de la educación como una prioridad, y quienes no la han entendido como un esfuerzo y una inversión que arroja resultados en el mediano y largo plazo. Nuestro sistema educativo, sin embargo, tiene que pasar al Siglo, por lo que XXI. Y en esa ruta se tienen que reformular los programas educativos, diversificar las fuentes de información, los libros de texto, el esquema mismo entre el maestro y el alumno y éste en su entorno de conocimiento, entre otros muchos factores.

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