martes, 19 de octubre de 2010

Jefe Diego Bienvenido

e intensos días para la familia de político Diego Fernández de Cevallos, desde su desaparición víctima de un secuestro que dura ya varios meses.

El secuestro es uno de los hechos delictuosos más agravantes en una sociedad, aunque en México, en los últimos años, se haya convertido en un hecho cotidiano.

Hoy en día, no obstante el aumento en las penalizaciones legisladas por el Congreso de la Unión, son decenas y hasta centenas de familias agobiadas porque algún familiar o amigo cercano es víctima de la privación ilegal de la libertad, la mayoría estrictamente por razones económicas, aunque en algunos casos se disfracen de motivos políticos.

A finales de los 60’s los secuestros por razones políticas comenzaron a formar parte de las estrategias de lucha de los grupos con objetivos revolucionarios con ideologías identificadas con el marxismo-leninismo. El móvil era la obtención de recursos para los fondos necesarios para la lucha revolucionaria.

Nunca se alcanzaron los niveles ni la frecuencia de los últimos años. Muchas personas, muchas más de las que existen en las estadísticas oficiales locales, estatales y federales han sido víctimas de este delito.

La familia del ex candidato presidencial y ex legislador Fernández de Cevallos, conocido mejor como el Jefe Diego, concluyó el regateo (se les dice negociaciones) con sus secuestradores a quienes habrían pagado 20 millones de dólares.

Independientemente del increíble monto, da alergia saber que Fernández de Cevallos continúe con vida, más allá de diferencias ideológicas, simpatías o antipatías.
Su plagio constituye una afrenta social y es una muestra flagrante, tangible, del fracaso de los programas de combate a la delincuencia organizada.

No seria creíble que la banda que capturó y retuvo al jefe Diego esté formada por improvisados. Muy por el contrario, se trata seguramente de una organización con equipo y personal digno de las grandes empresas o corporaciones, que disponen de sistemas y programas en los que tiempos y movimientos están perfectamente sincronizados.

Debilitado en la salud, ofendido por la violación de sus derechos individuales, minado por la impotencia frente a la realidad del secuestro, el licenciado Fernández de Cevallos está en el preámbulo de un segundo nacimiento de su misma vida.

Quienes han sufrido esta experiencia, relatan la angustia por la incertidumbre de cada momento, por las vejaciones que se les infligen, físicas y sobre todo mentales, pero por la otra parte descubren y reconocen las amplias capacidades frente al dolor, ante la adversidad y la zozobra, frente a la inminencia del castigo y de la muerte.

Es decir, son sometidos a un ejercicio obligatorio del valor de la vida, la justicia, el abuso. Salen con fortaleza moral que los mantiene a flote por años.

El jefe Diego está, según confían sus cercanos, a días de recuperar la libertad, de un renacimiento que lo puede llevar al ensimismamiento o a un trabajo político con características de los misioneros que se enfrentan a adversidades y, al final, alcanzan sus objetivos.
El jefe Diego es un hombre cercano a los 70 años, pero el secuestro y la consecuente libertad pueden ser la adrenalina para revivir su activismo político y sacar, como en el cautiverio, fuerzas de flaquezas.

El PAN, sin duda ahora que regrese, tendrá un precandidato a la Presidencia de la República redivivo. Posiblemente dispuesto a iniciar una larga marcha hacia el 2012. Seguramente, en este trayecto, continuará con la amistad y el impulso de un antiguo adversario político en quien, sin embargo, encontró interlocución, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien por cierto no estaba muerto políticamente y que hoy, como siempre, esta vivito y coleando.
Así puede estar el jefe Diego en unos cuantos meses por delante.

Mientras tanto, sea bienvenido después del viacrucis por el que está a punto de terminar de pasar.

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