domingo, 10 de octubre de 2010

Fiebres Anticipadas

En pleno arrancadero, la grilla se apodera de importantes personajes de Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática. Los comicios para elegir gobernador en el Estado de México hacen vivir y, sudar, fiebres anticipadas en esos institutos políticos.

Verdades, ataques y demagogia se traen a flor de piel.

Los primeros en disparar fueron el diputado federal panista, Francisco Ramírez Acuña y el autonombrado presidente legítimo, Andrés Manuel López Obrador, quien primero militó en el PRI, luego en el PRD y ahora lo hace en el Partido del Trabajo.

Ramírez Acuña no escatimó en franqueza y dijo que su partido, Acción Nacional “ha estado alejándose de la sociedad”.

Si bien 24 horas después de esa declaración rechazó que la caballada en el PAN esté flaca, Ramírez Acuña lamentó que le dediquen más tiempo al trabajo de gobierno, lo que ha propiciado un debilitamiento de la estructura partidista.

Se trata, dijo, de un hueco que ha posibilitado y obligado a hacer alianzas con otros partidos.

El legislador federal albiazul omitió decir por qué no está flaca la caballada panista, aunque sí aprovechó para descartar toda aspiración de su parte rumbo al 2012.

Casi simultánea vinieron las expresiones de Andrés Manuel López Obrador, quien convocó a sus ex compañeros perredistas a quitarse la máscara y a explicar cuáles son los compromisos y acuerdos que contrajeron con Felipe Calderón Hinojosa en materia de alianzas.

Dijo que para la elección de 2011 en el Estado de México sí hay un pacto entre el gobierno federal y la dirigencia que en el PRD encabeza Jesús Ortega.

Dijo que hace alianzas, pero a diferencia de las de Jesús Ortega las suyas son con el Pueblo y desde abajo.

La dirigencia perredista, insistió, debe quitarse la máscara.

Al quite de Jesús Ortega entró de inmediato Jesús Zambrano, dirigente de la corriente perredista Nueva Izquierda. Calificó a Andrés Manuel López Obrador de todo.

Para empezar dijo que es un irresponsable. Lo tachó de maniqueo, vulgar, mesiánico.

Zambrano se fue con todo para defender a los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática y advirtió que quienes se oponen a las alianzas –con la derecha – en el Estado de México se convierten, de manera fática, en instrumentos del PRI y del gobernador Enrique Peña Nieto.

O por lo menos, puntualizó Zambrano, le hacen el trabajo que ellos quieren y admitió que hay acuerdos, pero son con Acción Nacional y no con el presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Basta de odios, reclamó a Andrés Manuel López Obrador.

Todas esas declaraciones de fin de semana muestran que la beligerancia parece estar hoy a todo lo que da, al interior de los partidos políticos.

Una vez más se da muestra fehaciente que lo que importa hoy a las dirigencias partidistas son los intereses individuales y de grupo.

El aporte de partidos y políticos, a la sociedad, es una vez más relegado.

Se hace gala de insensibilidad pero, también, de capacidad de mostrar visión de Estado.

Ya vendrán las campañas, las promesas y después, como siempre, el desencanto social.

Se cumplió ya una década de lo que se denominó transición democrática que hasta ahora ha quedado en el traspaso del poder de un partido a otro.

¿Deberá pasar otra década para que los frutos empiecen a cubrir las expectativas de una sociedad que hoy sigue reclamando una sola cosa de sus gobernantes y políticos?

Simple y llanamente se piden, exigen, resultados.

No sigamos perdiéndonos en el inmenso mundo de la grillita.

Nada aporta y a nadie le sirve.

¿O no?

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