viernes, 28 de enero de 2011

Tan caro el remedio como la enfermedad

Cientos de miles de dólares serán insuficientes y nuestro país tendrá que presupuestar millones de dólares en campañas publicitarias para reivindicar el nombre México.

Los publicistas al servicio de la Secretaría de Turismo, y más concretamente del Fondo Nacional de Fomento Turístico, convencieron a las altas autoridades que México debía ser abordado como marca, más allá de su condición de país.

No resiste el análisis aceptar ese reduccionismo absurdo si uno considera ser nación es más que un nombre: es territorio, población, historia, autonomía, orgullo y honor.
En la mercadotecnia comercial, en efecto, la marca es un bien fundamental, pues de su prestigio depende la venta del producto.

Existen muchas historias de marcas que fracasan por la mala calidad del producto.
Ese es hoy, el caso de México.

El mayor porcentaje de referencias respecto del país tienen que ver con el clima de violencia.
La visita de la secretaria de Estado, Hilary Rodham de Clinton, tiene más que ver con la prevención del terrorismo que con los más de 200 puntos de la agenda bilateral, especialmente los relativos a comercio y migración.

La diplomacia ya arrinconada toda en el callejón de la campaña, guerra o cruzada contra el crimen organizado y narcotráfico, ahora pintado también de terrorismo.

Esas informaciones también presentan a la marca México como un sitio de riesgo, inseguro, esto es como ha sido ya catalogado por diversos países o Estados.

El peor destino de un producto es el desprestigio de su nombre o marca. Las grandes empresas dedican un gran porcentaje de sus ingresos al cuidado y protección de la marca.
Coca Cola es uno de los ejemplos más relevantes de vigilancia de la marca. Al menor riesgo se desencadenan acciones dentro de una estrategia permanente, más allá del tiempo, más allá de sexenios.

México, como país y como "marca", tiene serios problemas.

Tarde o temprano tendrá que reconocerse y actuarse en consecuencia. No es un problema menor, sencillo o no digno de tomarse en cuenta.

Al contrario, el problema crece y no hay signos de cambio. La violencia, en cualquiera de sus expresiones es la cara del país. Mientras para el gobierno estadounidense, México sea un peligro para su seguridad, la promoción y la agenda estarán marcadas por el color de la sangre.
Cada día será más costoso porque el desgaste o el desprestigio serán mayores y será tan caro el remedio con todo y trapito.

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