martes, 25 de enero de 2011

La Campaña Eterna

Cada vez es más difícil distinguir a quienes ejercen el gobierno de aquellos que, desde los puestos públicos, se dedican a estar en permanente campaña electoral.

No acaban de tomar posesión de sus oficinas, de conocer los recovecos de las instalaciones (prestadas) que les son asignadas, cuando ya un equipo de asesores y de operadores "políticos" están trabajando en la campaña que habrá de encumbrar al jefe burocrático en el líder, es decir, en el burócrata del puesto superior en el escalafón.

Si se trata de gobernador, independientemente de si un estado muy atrasado, más atrasado o, simplemente, atrasado, porque en el México actual todos tienen esa calificación, el titular del Ejecutivo estatal, es permanente "proyectado" a un puesto en el gabinete presidencial, por lo menos, si no es que ya tiene un equipo que le fabrica escenarios para convertirse en candidato y luego en el próximo Presidente de la República.

Por supuesto que no sólo trabajan en estos proyectos los cercanos burócratas, sino que ya existe toda una industria dedicada a "configurar" el escenario que, mas pronto que tarde, habrá de convertirse en una realidad. Y lo peor de todo es que la mayoría de los políticos caen, irremediablemente, en esa tentación, en esa trampa que terminan construyéndose por sí mismos.

Seguramente sobran dedos de una mano para contar aquel secretario de Estado o gobernador que no se sueñe vinculado, hay quienes hasta se piensan ungidos, en la próxima campaña política por la Presidencia de la República.

Aun en los equipos de quienes hoy andan en campaña, como los candidatos de Guerrero, Baja California Sur, que tienen elecciones en los próximos días, seguramente, sueñan que después de obtener el triunfo en las urnas locales, el destino brillante ante la capacidad desarrollada para ganar la gubernatura, no es otro que un futuro mayor.

Se ha convertido en una característica de los gobernantes modernos el reflexionar poco, leer menos; estar al tanto de todo con "información" basura y con juicios de valor que les entregan las encuestadoras. Valen más las "conclusiones" de una encuesta encargada y pagada por el gobierno y que hable, preferentemente, bien del gobierno pagador, que sostener un diálogo, plática con un intelectual o asistir a una conferencia desarrollada, ahí sí, por un especialista en la materia.

Lo apretado de las agendas impide a los gobernantes el cultivo de la inteligencia o del espíritu. Ni conciertos, espectáculos o actividades de recreación y si rienda suelta a la neurosis del poder, del mando, de las instrucciones sin ton ni son a colaboradores muy acostumbrados al “si señor” y poco proclives al cuestionamiento de métodos de trabajo y objetivos reales.
El estado de Guerrero, uno de los muchos del país en los que la pobreza evidente ofende, concluyó la jornada electoral.

Más allá del resultado medido en presencia en medios (tanto Manuel Añorve, como Ángel Heladio Aguirre Rivero) queda en evidencia el funcionamiento de la operación electoral, cada vez más pragmática, cuyo romanticismo o idealismo está en extinción. Costosa parafernalia que se paga al momento y también en el compromiso de que "al ganar", el gobernador electo termine de pagar la lealtad o el compromiso anticipado.

Es decir, el círculo de la campaña eterna, la que no terminará nunca, porque mientras haya la posibilidad de crear escenarios y vender espejitos a políticos ambiciosos de imagen, la gobernabilidad será cada vez más lejana, más costosa porque, al fin de cuentas, no hay nada más caro, que lo que no hay.

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