domingo, 26 de septiembre de 2010

Las Llamadas a Misa

Los teatrofilos gustan de este género porque difícilmente los actores, al hablar, se tropiezan entre ellos.

Casi todas las obras se construyen bajo la premisa del diálogo, con la ventaja de que siempre se cuenta, desde el momento de concebirse y escribirla, con la participación del espectador como testigo atento y mudo.

Sin embargo, el diálogo político y mediático, aparte de estridente y hasta ensordecedor, no toma en cuenta la participación del que escucha.

Es más, la mayoría de los políticos antes que escuchar hablan y muchos lo hacen, inclusive, sin que lo que dice la boca lo piense antes el cerebro.

La técnica de la propaganda es repetición-repetición que tan buen resultado da en la venta de refrescos, papas fritas, pollos, hamburguesas y pasteles, pero que en la política ha empobrecido el contenido.

Un spot repetido mil veces no hace una idea, así como tampoco un discurso vacío emociona a nadie.

El país entra de lleno a la parte final del año.
Tradicionalmente cuando las autoridades terminaban la instalación del sistema de iluminación septembrina, la gente pensaba que el año estaba por concluir.

Así es ahora. Superado el ritual del informe presidencial, el país experimentaba el ánimo de la fiesta y la algarabía, los gritos de viva México comenzaban a calentarse al igual que el Ejercito ensayaba el desfile que siempre impresiona a chicos y grandes, que siempre hacía vibrar hasta a los más escépticos o críticos.

Hoy, sin embargo, hay un ánimo diferente. A las invitaciones reiteradas para participar en festejos improvisados por la conmemoración de la Independencia y la Revolución, la gente responde con desinterés.

Hay quienes ven ofensa en esa reacción porque no saben o no quieren interpretar que la gente tiene miedo.

No es para menos.
Llámese como se le quiera decir, la cruzada contra el crimen organizado, el narcotráfico y la delincuencia han producido ya casi tres decenas de miles de muertos, cifra que supera con mucho cualquiera otra que pretenda convencer al pueblo de que vamos bien y ganando.
El desempleo, la educación ineficiente, la salud al alcance de unos cuantos y sobre todo el clima de violencia e ingobernabilidad, sin contar inversiones que no vienen o capitales que emigran, muestran una realidad cruda y dura, que no puede ocultar ni las mas creativa y agresiva campaña de publicidad.

Todo esto en medio de un afán de fiesta centenaria y bicentenaria, deseable para afirmar identidad, valores, costumbres e historia. Pero el horno no esta para bollos y la gente lo percibe.
Por eso extraña la convocatoria, el llamado, la petición que hace el secretario de Marina, Mariano Francisco Saynez Mendoza, a los malosos para que "sean conscientes" y no delincan en las fiestas patrias.

Suena por lo menos ingenuo o inapropiado para un hombre formado en la disciplina, el cumplimiento del deber, los valores, los principios.
Porque los delincuentes dirán que lo que plantea el funcionario es contra natura.
O, si no, como las llamadas a misa.

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