domingo, 26 de septiembre de 2010

La Falta de Espiritu

Todavía no acaba de disiparse el humo de tanto cuete quemado, cuando el olvido del Bicentenario de la Independencia prevalece en la memoria nacional.

De los héroes que sirvieron para efímero y costosas imágenes (incluidos por supuesto el coloso falso) también ya ni quien los recuerde.

Sin embargo hoy, precisamente unas horas después la celebración del centenario de la fundación de la Universidad Nacional Autónoma de México una nueva oportunidad para la nación brilla en el horizonte.

Es como un sueño, que de convertirse en realidad daría con la puerta de salida de un país que, desde hace décadas, vive con la brújula perdida y cuya clase gobernante es cada vez más chica (en capacidad sobre todo) para enfrentar el reto que cada vez se ve más grande y amenazante.
Es un hecho que la clase gobernante tiene responsabilidad en el agravamiento de los problemas nacionales, no sólo en cuanto a que las bandas delincuenciales crecieron, sino en la rotunda incapacidad para advertir, a tiempo, las crisis que han padecido ya sin respiro dos generaciones.

Repasar carencias e insuficiencias económicas, sociales y políticas es ya ocioso. Basta con intentar una lectura de los hechos y no de las opiniones intencionadas de quienes gozan de voz en los medios de comunicación masiva.

El centenario de la fundación de la UNAM es el mejor pretexto para que una comunidad pensante, no sólo la que goza de prebendas económicas o de privilegios del gobierno federal, haga un ejercicio de reflexión y de intentar pensar, sí pensar, en el país.

El llamado del rector de la UNAM, José Narro Robles a "trazar un nuevo proyecto de nación" no puede quedarse sólo en una expresión festiva.

Los universitarios debieran asumir la responsabilidad y el compromiso de ser la vanguardia en la cruzada por la recuperación de la Nación Mexicana.

No es con apasionados y enjundiosos “goyas” como ha de repensarse y replantearse al país que anhelamos y merecemos.

Muy bien que los legisladores, hasta aquellos que apenas tienen educación básica, se entusiasmen con el espíritu y el ímpetu de la UNAM.

No se trata de repetir la mercadotecnia puma, tan eficiente para colocar al equipo de futbol. Es mucho más.

La UNAM misma se merece la recuperación de sus verdaderos principios y valores, la esencia de su función como preparadora del talento y también del ejercicio crítico y autocrítica nacional.
Sí, que viva la UNAM, pero a partir del espíritu que la creo y que llevó a José Vasconcelos a la creación del lema orgullo de todos: "Por mi raza hablará el espíritu".

No hay comentarios:

Publicar un comentario