Hay un chiste que con más frecuencia de lo deseable es realidad: los economistas pasan la mitad de su tiempo anticipando el futuro. La otra mitad la dedican a explicar por qué no ocurrió lo que previeron.
La globalización lejos de provocar justicia o equidad, ha provocado más injusticia. Los pobres son más pobres aunque con su mano de obra hoy haya productos en múltiples mercados.
En los 80's y los 90's cuando se sentaron las bases del mundo unipolar y los economistas previeron la globalización de los mercados, se omitieron las catástrofes sociales y políticas que el esquema de más concentración de la riqueza mundial produciría.
Tarde en México, en donde somos monotemáticos en los tópicos de la información y los medios masivos dedican apenas espacios marginales a la información internacional, nos enteramos que el legendario Egipto se debate en una auténtica guerra civil.
Como exclaman en los países ricos: egipcios incivilizados, bárbaros, pobres, incultos y sometidos a una dictadura de la que pretenden ahora emanciparse poniendo en riesgo al mundo entero que depende del petróleo que se concentra en esa región y puede alterar no sólo el suministro, sino también los precios internacionales de los energéticos.
El conflicto social y político de Egipto puede reproducirse en cualquier otra parte del mundo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoció que el alto desempleo y la falta de libertades fundamentales en Egipto desencadenaron el descontento del pueblo y provocaron la revuelta.
La pobreza y desequilibrios en el desarrollo han desencadenado esta manifestación histórica de demanda popular.
Se ha señalado durante años la gravedad del déficit de trabajo decente, el desempleo, el subempleo y el trabajo informal que han permanecido entre los más altos del mundo en esa nación y otros países de la región.
La inestabilidad política y la violencia que vive Egipto, repercute drásticamente en el alza de precios del petróleo. Hay inquietud en Europa; los líderes de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y España exigen al presidente egipcio Hosni Mubarak, "empezar ya" una transición política.
Hay gran preocupación entre los dirigentes de los países árabes, que hasta comenzaron a tomar medidas de apertura y a prometer reformas.
A democratizarse, pues, como Dios manda y dejar de vivir en esas oligarquías tan abusivas como indecentes que pululan y están enquistadas en muchos lugares del mundo.
Aunque, a fuerza de ser autocríticos, a México llegó la democracia pero los estómagos permanecen vacíos. Con democracia, está visto, no se logra mejor educación, salud y crecimiento económico.
Pero seguro muchos líderes o gobernantes pensarán de Egipto ese dicho de que se haga la voluntad de Dios, pero en las mulas del vecino.
La globalización lejos de provocar justicia o equidad, ha provocado más injusticia. Los pobres son más pobres aunque con su mano de obra hoy haya productos en múltiples mercados.
En los 80's y los 90's cuando se sentaron las bases del mundo unipolar y los economistas previeron la globalización de los mercados, se omitieron las catástrofes sociales y políticas que el esquema de más concentración de la riqueza mundial produciría.
Tarde en México, en donde somos monotemáticos en los tópicos de la información y los medios masivos dedican apenas espacios marginales a la información internacional, nos enteramos que el legendario Egipto se debate en una auténtica guerra civil.
Como exclaman en los países ricos: egipcios incivilizados, bárbaros, pobres, incultos y sometidos a una dictadura de la que pretenden ahora emanciparse poniendo en riesgo al mundo entero que depende del petróleo que se concentra en esa región y puede alterar no sólo el suministro, sino también los precios internacionales de los energéticos.
El conflicto social y político de Egipto puede reproducirse en cualquier otra parte del mundo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoció que el alto desempleo y la falta de libertades fundamentales en Egipto desencadenaron el descontento del pueblo y provocaron la revuelta.
La pobreza y desequilibrios en el desarrollo han desencadenado esta manifestación histórica de demanda popular.
Se ha señalado durante años la gravedad del déficit de trabajo decente, el desempleo, el subempleo y el trabajo informal que han permanecido entre los más altos del mundo en esa nación y otros países de la región.
La inestabilidad política y la violencia que vive Egipto, repercute drásticamente en el alza de precios del petróleo. Hay inquietud en Europa; los líderes de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y España exigen al presidente egipcio Hosni Mubarak, "empezar ya" una transición política.
Hay gran preocupación entre los dirigentes de los países árabes, que hasta comenzaron a tomar medidas de apertura y a prometer reformas.
A democratizarse, pues, como Dios manda y dejar de vivir en esas oligarquías tan abusivas como indecentes que pululan y están enquistadas en muchos lugares del mundo.
Aunque, a fuerza de ser autocríticos, a México llegó la democracia pero los estómagos permanecen vacíos. Con democracia, está visto, no se logra mejor educación, salud y crecimiento económico.
Pero seguro muchos líderes o gobernantes pensarán de Egipto ese dicho de que se haga la voluntad de Dios, pero en las mulas del vecino.
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